Esa madrugada las tropas alemanas avanzaban sobre las barreras de la frontera con Polonia. El mundo se aproximaba a la tragedia.
Las causas fueron varias, sin duda, pero la mayor fue la violación por parte de Adol Hitler a los términos del Tratado de Versalles, firmado al concluir la Gran Guerra en 1918. Tras asumir la Cancillería, Hitler comenzó una carrera armamentística lo cual llevó a su vez a que los demás estados hicieran lo mismo.
Después del ataque de Hitler a Polonia era inminente el conflicto, y como Francia era aliada de Polonia se vio obligada a declarar la guerra a Alemania y así respectivamente los aliados de cada bando. A la vez, se lanzaba la caza de judíos, aunque éste no contara como un hecho desencadenante de la guerra. Hitler quería recuperar los territorios perdidos durante la Primera Guerra, de allí su invasión a Polonia, pero como éste país tenía acuerdos firmados con Gran Bretaña y Francia, por los cuales, en el caso de que fuera atacada por los nazis, sus aliados occidentales automáticamente declararían la guerra a los germanos.
Hitler, a la vez, esgrimió la teoría del “espacio vital” (Lebensraum), necesaria expansión para un vasto imperio que había imaginado. En sus cálculos estaba evidentemente la guerra, de otra manera no sería posible lograr el sueño que había pergeñado.
Dos días después de la invasión a Polonia, el 3 de setiembre, los aliados de Polonia declararon el inicio de hostilidades contra Alemania.
El 9 de abril de 1940, las fuerzas alemanas invadieron Noruega y Dinamarca, y en mayo de 1940, Alemania empezó el asalto de Europa occidental. La Unión Soviética ocupó los estados del Báltico en junio de 1940, y los anexó en agosto de 1940. Italia, miembro del Eje (Berlín-Roma-Tokio), entró en la guerra en junio de 1940. Desde el 13 de agosto hasta el 31 de octubre de 1940, la aviación nazi atacó a Inglaterra en la campaña conocida como la “Batalla de Inglaterra”.
La invasión alemana a Yugoslavia significó la dominación de los Balcanes, con Grecia incluida (abril de 1941). Tres meses después iba contra el territorio ruso violando el pacto de no agresión que había firmado antes de ingresar a Polonia. A la vez, otras secciones del ejército alemán se hacían con los estados del Báltico.
La alianza estratégica mundial se conformaba con los líderes de las grandes naciones, José Stalin por Rusia, Franklin Delano Rooselvelt por los Estados Unidos y Winston Churchill por el Reino Unido.
Uno de los episodios más impactantes fue el ataque de los japoneses a la base militar norteamericana del Pacífico en Pearl Harbor (Hawai), que decidió el ingreso de Estados Unidos en la contienda.
Las tropas americanas tocaron las costas africanas en 1942 y desde allí se sucedieron una serie de triunfos. Un año más tarde, en 1943, el 6º Ejército Alemán se rindió a los soviéticos en Stalingrado.
El 10 de Julio de 1943, los Aliados ingresaban al continente europeo por el sur de Italia. Previo acuerdo con los capos mafiosos ítalo-norteamericanos radicados en América, toda la organización –sacando sus jugosos beneficios, claro- operó para facilitar el desembarco por Sicilia. Mussolini, establecía a su vez la efímera República de Saló.
El episodio más épico de toda la campaña, si se puede calificar así, seguramente fue el famoso “Día D”, con que se designa al desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944. Aquella jornada doscientos cincuenta mil soldados Aliados desembarcaron en las costas francesas a un costo de decenas de miles de vida perdidas nada más que en esa jornada. A fines de agosto, Francia estaba liberada.
El sueño del Tercer Reich comenzaba a desmoronarse. En enero de 1945 los rusos liberaban Polonia y Hungría. Un mes más tarde (febrero), los norteamericanos bombardearon sin piedad e indiscriminadamente la ciudad de Dresden: más de cien mil civiles perdieron la vida.
A medida que el cerco se estrechaba, Hitler se acurrucaba en su bunker en la Cancillería de Berlín. Luego de contraer matrimonio con su amante Eva Braun, se suicidó con ella el 29 de abril de 1945, dejando antes la orden de que los cuerpos fueran cremados, cosa que se hizo en el patio del lugar. Al mes siguiente, en mayo de aquel año, los soviéticos ingresaban a Berlín y el 7 de mayo los alemanes se rendían.
Quedaba todavía por resolver la Guerra en el Pacífico, a la que Estados Unidos dio una “solución muy pragmática”; dos bombas nucleares, una sobre el Hiroshima el 6 de agosto y dos días más tarde sobre Nagasaki, dieron por terminada la cuestión. Ciento veinte mil civiles fue el precio.
La Segunda Guerra Mundial tuvo otros escenarios esporádicos, la Batalla del Río de la Plata, por ejemplo que culminó con el hundimiento del mítico acorazado de bolsillo “Graff Spee”.
En realidad, esa guerra definía algo más que la reivindicación de una Alemania humillada en Versalles, o el problema racial judío; estaba en juego nada menos que el liderazgo del nuevo orden mundial que se avecinaba. Había lugar sólo para uno solo manejando los destinos del mundo, y le tocó perder a Alemania. Nunca se podrá saber cómo hubieran sido las cosas si los vencedores izaban la Cruz gamada, si acaso el mundo no sería distinto. Como sea, la megalomanía de Hitler y la ambición de poder de los demás, costaron 55 millones de muertes.
Por Joaquín Achával para El Intransigente/http://www.elintransigente.com/
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