Netanyahu advierte de que no acatará la resolución de la ONU contra los asentamientos.
El Gobierno israelí ha advertido de que no tiene intención de acatar la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU que condena los asentamientos, adoptada el viernes. La propuesta tuvo todos los votos a favor —entre ellos el de España, que presidía la sesión— excepto el de Estados Unidos, que renunció a ejercer su derecho de veto y se abstuvo despejando el camino para su aprobación. El texto ratificado por el órgano de Naciones Unidas declara que las colonias carecen de “validez legal” por violar el derecho internacional y refleja el aislamiento exterior por la deriva del Ejecutivo del primer ministro Benjamín Netanyahu, considerado el más derechista en la historia del Estado judío. Aunque carece de carácter coercitivo, el acuerdo adoptado en Naciones Unidas puede acarrear consecuencias legales para Israel si los responsables palestinos la invocan ante la Corte Penal Internacional.
Por primera vez desde 1980, bajo el entonces presidente Jimmy Carter, Washington ha retirado el escudo del veto en defensa de Israel en la ONU durante una votación de condena a los asentamientos judíos en territorios palestinos ocupados. EE UU también se abstuvo en 2009, pero la resolución hacía referencia a un alto el fuego tras la guerra en Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009, denominada por el Ejército israelí Operación Plomo Fundido.
“Israel rechaza la despreciable resolución antiisraelí y no se someterá a ella”, rezaba un comunicado difundido por el gabinete del primer ministro a última hora de la noche del viernes. “La Administración [del presidente Barack] Obama no solo ha fracasado a la hora de defender a Israel ante una confabulación en la ONU”, agregaba la nota oficial, “sino que ha conspirado entre bambalinas”. “Israel se prepara para trabajar con el presidente electo [Donald] Trump y con nuestros amigos en el Congreso, republicanos y demócratas por igual, para impedir los efectos perjudiciales de esta absurda resolución”, concluía la tajante reacción difundida por los asesores de Netanyahu.
Durante sus ocho años de mandato, que expiran el próximo 20 de enero, Obama ha presionado al Gobierno israelí para que congele la expansión de los asentamientos como único medio de reactivar el proceso de paz y la solución de los dos Estados. Netanyahu lo aceptó en un primer momento, pero la construcción de nuevas viviendas en las colonias se ha ido incrementando en los últimos años. Según estimaciones de la Organización para la Liberación de Palestina, el número de colonos judíos en Jerusalén Este y Cisjordania se eleva ya a 600.000.
La Casa Blanca ordenó vetar en 2011 una resolución similar a la aprobada ahora para obligar a Israel a sentarse en la mesa de negociaciones con los palestinos, pero el diálogo entre ambas partes quedó roto en 2014. Hace apenas tres meses, el presidente demócrata aprobó la renovación del programa de ayuda militar norteamericana a Israel con un monto de 38.000 millones de dólares durante diez años.
El primer ministro israelí (que acumula entre otras carteras la de Asuntos Exteriores) ordenó además la adopción de medidas diplomáticas contra los países que promovieron la votación de la resolución después de que Egipto, que había presentado el borrador oficial, la retirara tras las presiones ejercidas por Trump, que telefoneó al presidente Abdelfatá al Sisi. Como ni Venezuela ni Malasia mantienen relaciones con el Estado judío, las represalias se han concentrado en Nueva Zelanda y Senegal.
Los embajadores israelíes en Wellington y Dakar fueron llamados inmediatamente a consultas. La visita oficial a Israel en enero del primer ministro senegalés, Mohamed Dionne, fue también cancelada, así como todos los programas de cooperación al desarrollo con el país africano. Los representantes diplomáticos de Nueva Zelanda y Senegal, que no tienen su sede permanente en Israel, tampoco serán recibidos a partir de ahora en el Ministerio de Exteriores.
“Fue una mala noche para Israel”, reconoció el líder de la oposición, el laborista Isaac Herzog, que calificó el resultado de la votación como una “derrota estratégica”, que a su juicio debería haber sido evitada por un Gobierno responsable. La máxima dirigente del partido pacifista Meretz, Zehava Galon, consideró que la resolución era consecuencia directa de la ley impulsada por el Ejecutivo de Netanyahu para legalizar con efectos retroactivos los asentamientos en Cisjordania que la propia ley israelí califica de ilegales. “Israel ha perdido la vergüenza y el mundo ha perdido la paciencia”, sentenció la diputada izquierdista.
En la misma línea se pronunció el jefe de filas de la coalición árabe israelí y tercera fuerza parlamentaria Lista Árabe Conjunta, Aymen Odeh, quien aseguró que la reacción de la comunidad internacional se ha debido a “la arrogancia del Netanyahu por la ley de legalización de los outpost [colonias no autorizadas] y la usurpación de tierras palestinas”.
“Israel ha sido sorprendido [por la votación del Consejo de Seguridad] sin haber estado preparado”, argumentaba el editorial publicado este viernes en la edición digital de Haaretz. “Netanyahu cometió una serie de fallos tácticos, como la ley de legalización de los outpost, ante un grave error estratégico: colonizar un territorio ocupado con la intención de anexionarlo”.
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