creacion del sector choferil en republica dominicana

El día en que Balaguer creó el funesto “sector choferil”, 1961

Ramón Arturo Guerrero, Autor / acento.com.do

Los historiadores han establecido sin lugar a dudas que desde finales de los años `50, tras desaparecer de un modo u otro sus adversarios internos Rafael F. Bonnelly, Anselmo Paulino y Manuel Arturo Peña Battle, Joaquín Balaguer desarrollaba un “proyecto de poder” personal para sustituir a Trujillo. Y que tuvo conocimiento del complot orquestado por sectores descontentos de la elite trujillista que, con respaldo del gobierno de Estados Unidos,  decapitó el régimen tiránico el 30 de mayo de 1961. Balaguer, cuya vida dependió de un hilo en muchos momentos tras el tiranicidio, maniobró hábilmente.

Primero compartió un poder dual con el sucesor inmediato de Trujillo, el general de ejército Rafael Trujillo hijo (Ramfis). Tras la salida de Ramfis y el grueso de los familiares y personeros del régimen del país el 19 de noviembre, Balaguer se mantuvo precariamente a la cabeza de los “grupos hegemónicos en retirada”  hasta que fue finalmente defenestrado tras intentar un golpe de Estado en alianza con el líder del
estamento militar,  Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, como corolario de la “matanza del Parque Independencia”, el 16 de enero de 1962.

Un hito en la trayectoria de Balaguer, y la historia del país, fue su comparecencia ante la Asamblea General de la ONU el 2 de octubre de 1961. Allí expuso, entre otros sorprendentes  párrafos: “La barrera de hierro que circuía la isla, y a través de la cual podía apenas filtrarse la opinión independiente, ha sido abolida, y el derecho a la libre circulación ha sido reconocido para tres millones de hombres que se hallaban prácticamente sustraídos de todo tacto con el comercio político, internacional y con la civilización humana.


Ningún requisito caprichoso entorpece hoy la libre obtención de pasaportes y de las visas necesarias para entrar y salir del territorio dominicano”.  Y  agregó: “Un pueblo sometido durante 31 años a una de las más férreas dictaduras conocidas en la edad contemporánea busca con ansiedad el camino hacia su redención definitiva”.

Estas declaraciones  Balaguer las consultó con Ramfis antes de su viaje, según revela en su obra “Memorias de un cortesano en la Era de Trujillo”: “Antes de emprender el viaje a Nueva York hablé con Trujillo Martínez sobre la importancia de que se levantaran las sanciones, y le expresé con franqueza que expondría ante la organización mundial la firme decisión de las autoridades dominicanas de restablecer  en nuestro país el imperio de la ley  y de incorporar la Nación a las actividades propias de la convivencia civilizada”.

Lo que no consultó Balaguer con el hijo del déspota fueron las medidas que planeaba y que lo beneficiarían políticamente, como la de asegurarse un recibimiento multitudinario a su regreso de Nueva York varios días después de pronunciar su histórico discurso ante la ONU. El “muñequito de papel”, como lo  presentaba el grupo opositor antitrujillista Unión Cívica para ridiculizarlo, no lo era tanto. Repartió gasolina y dinero a decenas, tal vez cientos, de conductores de vehículos públicos para que transportaran gente al aeropuerto y crearan una caravana de acogida a lo largo de los 25 kilómetros que separan Punta Caucedo de la Capital.

Mi padrastro, que cubría entonces la ruta Baní-Santo Domingo en un Zephyr 6 casi nuevo, fue uno de los que participó en la caravana. A mí me tocó ir desde nuestra casa del ensanche Luperón a buscar dinero que él  enviaría a mi mamá, cuando se lo entregaran. De las brumas de mi memoria saco el suceso en claro, pero no algunos detalles. Por ejemplo, ¿cómo me trasladé hasta el local del Partido Dominicano, situado donde está hoy el Ministerio de Cultura? ¡Son varios kilómetros! y para un niño no bien comido, tal vez a pie,  son duros. Pero seguro que algún tramo debí recorrerlo en guagua.

El caso es que cumplí con mi mandado. Y fui testigo del nacimiento del funesto “sector choferil”, actualmente convertido en unsancocho  de grupos de presión, sindicatos, mafias y monopolios de considerable incidencia económica  y política. Al igual que lo hizo en 1961 ese genio de la política llamado Joaquín Balaguer, hoy día el poder lo usa, pero es un monstruo de siete cabezas, caro de mantenerlo tranquilo.

Sin embargo, luego de la Guerra de Abril, el “sector choferil” transitó una ruta al lado de las luchas populares. La Asociación Dominicana de Choferes Sindicalizados (Adochosin) y la Asociación  de Choferes Independientes (Asochoin) se habían fusionado para crear la poderosa Unión Nacional de Choferes Sindicalizados (Unachosin) claramente alineada con el opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Cuando Balaguer notó que Unachosin era componente clave de los movimientos populares que lo pusieron  en jaque a finales de los `60,  apostó a la vieja táctica de división, fragmentación y sobornos.

Al parecer recordó la potente huelga del 2 de mayo de 1964 que hizo tambalear al Triuvirato. Así que dispuso, por primera vez, entregarles vehículos nuevos a los choferes. Esa vez fueron Plymouth y Austin, lo cual de paso benefició directamente a los importadores, entre ellos notablemente Reid y Pellerano. Surgieron gremios paralelos como la Asociación Dominicana de Choferes Unidos del Distrito (Adochoudis), la Asociación de Dueños de Carros Viejos del Transporte Urbano (Aducavitu) y el Sindicato de Transporte Villa Faro-Mendoza (Sitravime), entre otros, para debilitar el monopolio sindical de Unachosin. La historia es larga.

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