Unas 500 personas participan en el izado de la bandera cubana en Washington. La Habana ha enviado a Washington una delegación de 28 personas.
La Guerra Fría ha terminado en el Caribe. Desde la media noche local, Estados Unidos y Cuba han restablecido relaciones diplomáticas totales, interrumpidas el 4 de enero de 1961 tras la agudización de un conflicto político revolucionario entre las dos naciones.
Esta mañana, unas 500 personas participan en una ceremonia donde la bandera cubana será izada en la embajada en Washington, mientras que en La Habana será un día normal de trabajo en la embajada estadounidense, que solo izará su bandera a fines de agosto, cuando John Kerry viaje a la isla, la primera visita de un secretario de Estado desde 1948.
Para la ocasión, La Habana ha enviado a Washington una delegación de 28 personas, representativas de la sociedad gubernamental ya que ningún miembro de la oposición interna ha sido invitado. El grupo está presidido por el ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, e incluye personalidades como el ex presidente del parlamento cubano Ricardo Alarcón, que durante décadas estuvo a cargo de toda la diplomacia cubana relacionada con Estados Unidos, el cantante Silvio Rodríguez, el historiador Eusebio Leal, así como un par de empresarios de firmas estatales, dos científicos e, incluso, un par de campesinos destacados.
Por la parte estadounidense han sido invitados a asistir la subsecretaria de Estado Roberta Jacobson, que llevó las conversaciones del restablecimiento de relaciones con La Habana, y el actual Encargado de Negocios de Estados Unidos en la capital cubana, Jeffrey DeLaurentis.
Después del izamiento de la bandera, Rodríguez pronunciará un breve discurso y se seguirá una pequeña colación. Entre los 500 invitados estadounidenses aparecen congresistas y senadores federales, políticos locales, académicos, ex diplomáticos y activistas que durante décadas abogaron por la causa de Cuba en suelo de su vecino del norte.
La preparación de la ceremonia comenzó hace unas semanas cuando fue erigido el mástil de la bandera. El viernes un grupo de obreros arrancó de la pared la placa que identificaba el inmueble como la 'Sección de Intereses de Cuba' y la ha sustituido por otra que reza, 'Embajada de la República de Cuba'. Los dos países establecieron un tenue vínculo diplomático en 1977 durante la administración del presidente Jimmy Carter.
Al inicio de la tarde tras la ceremonia, el ministro de Exteriores cubano, quien visita Washington por primera vez, se desplaza a la sede del Departamento de Estado, para un encuentro con Kerry y participar en la colocación de la bandera cubana en el atrio principal del edificio, donde están todas las enseñas de los países con quienes Estados Unidos tiene relaciones diplomáticas plenas.
El edificio de la embajada cubana fue construido en 1917 y remozado en los últimos años. Se trata de una mansión esplendorosa de tres pisos, con una enorme escalera de mármol y que, además de los despachos del embajador y secretarios, alberga un pequeño bar privado llamado 'Hemingway', en homenaje al escritor estadounidense que vivió durante décadas en Cuba.
De momento no serán nombrados embajadores. En el caso estadounidense será una tarea difícil porque varios congresistas de origen cubano han dicho que van a torpedear la nominación. En La Habana el proceso es diferente pero todavía no se ha desvelado un nombre. Así que, por el momento, las embajadas serán presididas por un Encargado de Negocios, DeLaurentis la de Estados Unidos, y José Ramón Cabañas a cargo de la cubana.
La semana pasada, el presidente cubano Raúl Castro, ha explicado al parlamento que la apertura de embajadas es "la primera fase" de un proceso de "normalización", aunque todavía faltan muchos asuntos por resolver. Cuba reclama el fin del embargo estadounidense, la devolución de la Base Naval de Guantánamo, una indemnización por los prejuicios provocados por el embargo, el final de las transmisiones de radio y TV Martí así como la derogación de los programas de ayuda a la oposición interna.
"Comenzará entonces una nueva etapa, larga y compleja, en el camino hacia la normalización de las relaciones, que requerirá voluntad para encontrar soluciones a los problemas que se han acumulado en más de cinco décadas y afectan los vínculos entre nuestros países y pueblos", ha enfatizado Castro.
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