Los tiraron a un basurero e hicieron una pira con los cuerpos a la que arrojaron neumáticos y gasolina. Al menos quince murieron por asfixia
Los estudiantes de magisterio desaparecidos el pasado 26 de septiembre en el estado mexicano de Guerrero fueron asesinados y después quemados en el basurero de Cocula, que desde hace más de una semana rastrean las autoridades. Algunos de ellos estaban inconscientes, aún vivos. Así lo afirmó ayer el procurador general de la República (fiscal), Jesús Murillo Karam, que dijo que llegaron hasta ahí gracias a las confesiones de dos de los últimos detenidos. Estos confesaron haber asesinado a la mayoría de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa secuestrados por la Policía de Iguala en la noche del 26 de septiembre, después de arremeter contra ellos en tres ataques que se cobraron la vida de otras seis personas.
El relato del fiscal, visiblemente consternado –«sé el enorme dolor que produce esta información», decía–, acompañado de imágenes de los restos y de los lugares de los hechos, pone los pelos de punta. Los asesinos hicieron guardia para asegurarse de que el fuego durara horas –más de 12–, arrojaron piedras, neumáticos y gasolina a los cuerpos. Alrededor de 15 de las víctimas murieron por asfixia. Los restos están tan calcinados que no todos van a poder ser identificados: el objetivo de los criminales era no dejar el menor rastro, y prueba de ello es que quemaron hasta las ropas de los que participaron en la matanza de los estudiantes. Los detenidos dijeron que un tal «El Terco» les ordenó triturar los restos de los huesos y depositarlos en bolsas de basura que tiraron al río Cocula.
Murillo Karam advirtió que, dado el alto nivel de degradación de los restos, la identificación es muy difícil, pero al mismo tiempo hizo hincapié en que hasta que no terminen los trabajos de identificación, los estudiantes siguen en calidad de desaparecidos. Para esas labores pedirán ayuda a la Universidad de Insbruck. Una de las aclaraciones más significativas del procurador fue que los estudiantes no estaban vinculados con ningún cártel –una de las hipótesis que llegaron a albergar en algún momento por las declaraciones de otros de los detenidos.
Murillo Karam puntualizó también que otros 30 cuerpos encontrados en diez fosas aparecidas cerca de Iguala no pertenecen a los estudiantes. Son víctimas de otros crímenes que están apareciendo en estos días a la luz de la investigación por los estudiantes.
fuente: http://www.abc.es/YAIZA SANTOS
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