Según el periódico americano The Washington Post, se estima que durante el año 2014 las escuelas estadounidenses han comprado unos 3.5 millones de tabletas destinadas a usarse en las aulas como herramientas educativas. En España la Junta de Andalucía anunció en abril del año pasado que invertiría 7,6 millones de euros en comprar más de 27.000 tablets para alumnos de 6º de primaria de centros públicos.
Es innegable que los niños quieren utilizar tabletas, tanto en casa como en el colegio, y así lo han reflejado en sus cartas a los Reyes Magos de esta última Navidad en las que sus majestades han venido cargados de tablets para alegría de los pequeños y, en muchas ocasiones, incertidumbre de los padres.Usar tabletas y apps dentro del entorno educativo va a ser una constante en los próximos años porque, además del interés que despiertan entre los alumnos, supone utilizar técnicas objetivamente más completas.
Aplicaciones con las que aprender los nombres de los animales en diferentes idiomas y a la vez conocer su sonido, experimentar con la música uniendo compases y creando canciones o recorrer el interior del cuerpo humano en una detallada visita virtual, son algunos ejemplos de apps que ya se utilizan para aprender.
Pero no sólo los contenidos que se pueden consumir en la tableta son interesantes para el aprendizaje con pantallas táctiles. El uso de la cámara de fotos o vídeo, el GPS, el WiFi, el bluetooth o el sensor de movimiento abren un mundo de posibilidades a la hora de aprender, realizar trabajos o conectar las tabletas con otros dispositivos.
Sin lugar a dudas los docentes del siglo XXI tienen que conocer y utilizar de forma eficiente las posibilidades de multimedia, interacción, trazabilidad o localización que ofrecen las tabletas y las apps para que la llegada masiva que se va a producir de estos dispositivos no se quede en un mero fuego de artificio.
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